Estuve debatiendo el otro día acerca del conocimiento y su utilidad. Una de sus acepciones define el conocimiento como la Facultad del ser humano para comprender por medio de la razón la naturaleza, cualidades y relaciones de las cosas.
En dónde se incidió en el debate fue en la utilidad del conocimiento. Qué es útil y que no lo es. Debido a los diferentes juicios de valor de cada uno hay personas que consideran que les reporta utilidad conocer los concursantes de GH7, la alineación del Recreativo de Huelva, los nombres de los satélites de Júpiter o el concepto de la tangente en un triángulo.
No todo el mundo piensa de la misma forma que nosotros. Un periodista, un comentarista, un astrónomo y un matemático tendrían diferentes opiniones. A veces se nos olvida.
Me preguntaba mi interlocutor que utilidad tenía para mi la tangencia de un triángulo. Para poder apoyar mis ideas le expliqué lo que me habían enseñado sobre el concepto de tangencia. Para saber la utilidad de algo es importante saber primero que es. Lo resumí hablando sobre catetos, hipotenusas y ángulos. Muy divertido todo. Lo mejor del conocimiento es que no tiene límites. Un nuevo conocimiento nos sirve para adquirir otros más complejos. Así que cuando terminé de definirlo me dijo que ya sabía lo que era una tangente pero no veía una utilidad práctica. Mi respuesta fue que a veces una tangente nos sirve para salirse por ella.
Despierta, estamos en el presente.