Recorrer el mundo.
Conocer nuevos lugares, culturas y personas. Una experiencia que no se olvida, que la llevamos en nuestra mochila interna. En esa en la que no hay espacio para ningún souvenir pues en ella sólo cabe el recuerdo y la transformación de nosotros después de haber viajado. Un curso de formación en una universidad que no entiende de exámenes ni de aulas.
Cuando viajamos abrimos nuestra mente y adquirimos conciencia de lo que somos. Nos olvidamos de tareas rutinarias y de reuniones para darnos cuenta de lo que verdad importa en la vida. Y esa emoción que empieza por planificar el viaje no termina cuando deshacemos la maleta sino que debería acompañarnos en nuestra búsqueda de crecimiento personal.
Despierta, estamos en el presente.