La vida es una carrera de fondo. Y para ganar las carreras sólo hay una forma: empezar fuerte, mantener el ritmo y terminar esprintando. Así es como se ganan las carreras.
En la vida hay 3 diferencias bastantes notables que tenemos que tener en cuenta:
- No todos corremos la misma distancia.
- Unos empiezan antes y otros después.
- Se compite contra uno mismo.
Empezar fuerte es crucial. No se puede ganar una carrera sin ese empuje que has de mantener de forma constante. Para ganar una carrera no puedes empezar lento porque no te dará tiempo a ganarla; además que ese ritmo que debes mantener durante la carrera ha de ser lo más constante posible. Tampoco puedes esprintar nada más sonar el silbato porque te acabará pasando factura a mitad de la carrera.
La mirada está puesta en la distancia. Puede parecer pérdida pero está clavada en el horizonte; en un horizonte tan grande que no se ve la línea final. Cuando no veas el final de la carrera mientras corres no es motivo de preocupación, ya que no todos corremos la misma distancia. Si te encuentras a gente esprintando no cambies el ritmo. Ellos quizás están terminando su carrera o la distancia de su carrera es menor, y tú compites en una distancia mayor o estás empezando tu carrera. Mantén ese ritmo fuerte y constante.
La cabeza parece funcionar en modo automático; sustentada por la motivación, pero está pensando, está haciendo cuentas de las curvas que hay o puede haber, de las subidas en las cuestas que quedan o que se vislumbran para coger fuerzas antes; de las bajadas que hay o qué se ven, para poder relajar las piernas y alargar la pisada...
El cambio del ritmo al sprint final es crucial. No lo puedes hacer ni muy pronto ni muy tarde. Si lo haces muy pronto te quedarás sin fuerzas. Si lo haces muy tarde no te dará tiempo a ganarla.
Despierta, estamos en el presente.
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